Yo que ruego finalmente por el silencio, lo único que hago es
taparme la boca a la hora de soñar, hablando miedos de certezas concebidas en el
brujo sueño, que me dejo sin saliva toda la noche hasta que di un manotazo en la
pared y me partí los nudillos y lloré por algo que no recuerdo.
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