14 de noviembre de 2013

Como quien no quiere la cosa, siempre me decía, queriendo nada, queriendo a nadie. Extrañando un piano desafinado en la noche de verano, me digo a mi misma que esta estación ya no es mía, yo siempre fui fiel al invierno. Mi alma es aturdida por los acordes inventados, no dejo más espacio para el ruido en mi corazón y me encuentro en una fugaz melodía que no puede salirse de mí. Soy en ese momento un sonido, pero luego no sé saber quién soy el resto del día. El desarraigo me ata a lugares inusuales, introspectivos y lejanos, ¿quién me ata a mi realidad?. Nada - me respondo, pues nada hay que atar sino hay sujeto presente. ¿Dónde estoy? - me pregunto, y acaso- ¿estoy siendo? la incertidumbre de mi existencia me lleva a que de mí misma salga aquello que es fuera del cuerpo que no es.