9 de noviembre de 2012

Lo que pasa con la escritura es que perdura, hace visible algo que está en nuestra mente, por más que sean simple palabras. Pueden ser leídas por otras personas, se hacen verdad y pesan, o son livianas. Nos recuerdan cada día que están allí, y que vos decidiste dejarlas allí. Pero no queres reconocer tu verdad, entonces la dejas, dejas la escritura de lado para decir (sólo en tu cabeza) "que ya está, nada más acecha". Pero tus pensamientos siguen allí, y no podes hacer nada, más que sólo no escribirlos. Y de alguna manera pesan más que las palabras escritas, es decir, hasta creo que atormentan, porque son negadas-cambiadas-ignoradas. Pero acechan, están ahí, no podes hacer nada...

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